Lebensraum

miércoles, 4 de abril de 2007

 

Imaginemos a un coyote que acostumbra a cazar en el desierto tal y como lo aprendió de su madre, y ésta de su madre, y así por generaciones anteriores. En un momento dado el animal se ve amenazado por la invasión de un animal superior a él. Este animal acostumbra a tomar todo lo que a su paso encuentra con la finalidad de subsistir, y con eso, acaba con la vida natural que habita el medio ambiente. Dicho desierto es un desierto en América, cercano a un río enorme. Con los años y siglos, el coyote se extingue o se desplaza a otros lugares, afectando a otras especies. Así, la cadena nunca termina.

El animal que desplazó al coyote, ha venido haciendo de las suyas desde hace millones de años. Empezó su desplazamiento en el África central, y actualmente no hay rincón terrestre que no haya afectado. Para muchos biólogos les parecerá la historia de algún virus incontrolable.

El hombre ha buscado espacio para su explosión demográfica una y otra vez. En todas las épocas, en todas las centurias. Aunque el hombre ha logrado expandirse por sobre todas las especies, los demás animales guardan y cuidan su territorio y, muchos de ellos lo expanden a la primera oportunidad, no como individuos, sino como especie. Esto es muy natural, si somos muchos, tenemos que conquistar territorios.

Un ejemplo de la búsqueda del espacio vital y de su naturaleza humana es la conquista de Estados Unidos por nuestros compatriotas y latinoamericanos que viven en ese país. Los “mojados” e inmigrantes son grupos de reconocimiento que decidieron quedarse en ese espacio vital reconfortante.

Estados Unidos es un país que nació de la búsqueda de ese espacio vital a pesar de las tribus de indios que fueron confinados en campos de concentración llamados “reservaciones”.

Todos los antiguos y modernos imperios son el fruto de esa naturaleza, más de supervivencia que de conquista, de poblar tierras nuevas. Desgraciadamente la única forma de lograrlo (ya que el único obstáculo eran hombres con igual determinación) fue la fuerza bruta llamada guerra.

El término espacio vital, fue acuñado por el geógrafo alemán Friedrich Ratzel (1844-1904), influido por el biologismo y el naturalismo del siglo XIX. En su idioma, él lo llamo lebensraum.

Aunque Hitler se fundamentó en este lebensraum para provocar la Segunda Guerra Mundial, no podemos negar que es un comportamiento que se repite una y otra vez en la historia. Los egipcios lo hicieron, después los griegos, los romanos, los judíos, los hunos, los chinos, los japoneses, los francos, los ingleses, los alemanes, los españoles, los estadounidenses, etc.

Actualmente el espacio vital se ha vuelto ya sea comercial o cibernético, territorios nuevos y abstractos que han detenido la masacre al menos en gran escala, ya que la lucha por estos nuevos territorios sigue provocando pobreza, hambre, e ignorancia.

Esta es la ley de la vida, la ley del más fuerte, y esa ley, nos tiene aquí porque fuimos la especie dominante. Así como los territorios han cambiado, también las armas, ya no son espadas, sino leyes internacionales, acuerdos comerciales, y todo eso hay que aprenderlo para sobrevivir. Para expandir nuestro espacio vital. Nuestro Lebensraum.

No debe asustarnos el concepto. Solo hace falta hacerlo lo más civilizadamente posible, pero sin olvidar que los demás buscan lo mismo. Para eso son los acuerdos. Para eso debemos aprender de los otros países. Y antes que nada buscar que el nuestro tenga las armas para el nuevo espacio vital.

Nosotros todos, somos caballeros sin armas que deben hacerse de las propias, en la medida correcta. Aprendamos juntos y no venzamos al enemigo. Hagámoslo nuestro.

1 comentarios:

TheJab dijo...

El artículo es muy claro, no hace falta un comentario de mi parte. ¿Para cuándo el próximo?


...caray, esta vez la palabra a verificar me dejó con los ojos cruzados. Si no llega este comentario, es que la escribí mal, jeje.