Cómo amar lo que te gusta hacer

martes, 19 de junio de 2007

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"Retrospectiva de lo que quise ser e introspectiva de lo que quiero ser, una respuesta a los interesados" CSR
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La pregunta se repite de vez en cuando: “¿porqué no regresar a la música?, se nota que es tu pasión”. Presiono playback y se me oye decir: “mis prioridades cambiaron porque no me sentía a gusto haciéndolo”. La verdad es que se volvió un trabajo más, algo que era necesario más económicamente que pasionalmente.

Yo comencé con ese sueño desde que veía a mis hermanos tocando guitarra, piano y cantando en cada reunión. Soñé con llegar a ser alguien en la música y darle al mundo lo que guardaba dentro de mí, claro que, además de soñar con la fama y el glamour. Toqué la guitarra y el piano y canté mientras los demás niños jugaban afuera. Mi pasión fueron The Beatles de los 5 a los 12 años, Miguel Mateos de los 12 a los 16 y Led Zep de los 16 a los 20. Creí que era músico de los 10 a los 19, fecha en que ya con un año de casado asistí a una audición para grabar con un grupo, fui escogido, grabé el disco y conocí a los verdaderos músicos de Chihuahua. Me di cuenta que era un Don Nadie en la música. Pero exprimí a cada músico que pasó cerca de mí.

Fue difícil para una jovencita comprender que su marido amaba la música tanto como a ella. Que ocupaba mucho tiempo ensayando y que no dormía a su lado hasta ya entrada la madrugada. Que su marido era un rocker que guardaba ideales por encima de responsabilidades…, pero ella lucho por mí. Tanto que cuando Caballo Dorado (es la primera vez que mencionó el nombre ante tan grande y distinguida concurrencia) me llamó para ser su tecladista, ella misma hizo mis maletas una y otra vez. Un año un mes, y regresé por propia voluntad a la escena de Chihuahua. Seguí con lo que hacía antes de irme de gira: dar clases medio día y tocar toda la noche.

Regresé con el conocimiento de que estar en Siempre en Domingo, Festival Acapulco, Otro Rollo, etc. etc. no era suficiente para ser famoso. Se necesitaba entregar tu persona a gente que podría hacer con ella lo que quisiera. NO. Regresé a tocar trova, para tocar solo y sacar lo mío por mi mismo. Pero después de tocar teclado tanto tiempo la gente no creyó en mí allá. Así que dejamos todo y no mudamos a Juárez.

Aquí comprobé que si no eres amigo del dueño o no pisteas con él, no eres nadie, aunque toques mejor y cantes mejor que el-cuenta-chistes del momento. Y que la música o es para complacerte, o es el trabajo que no te deja vivir.

Todo siguió bien con el amor de mi vida. Cuando decidí dejar el escenario, fue porque estaba cansado de creer en algo que funciona excelentemente para tan pocos que lo intentan. Que se venden al mejor postor. En eso Alfredo Arroyo tiene la razón. Uno despierta si tiene todos sus sentidos puestos. Uno despierta si tiene sus prioridades en orden.

Ellos me necesitaban y yo de ellos. Ellos merecían el ejemplo apropiado. Yo necesitaba superarme A MI MISMO, no a los famosos que me inspiraron. Yo necesitaba de ella. De salir de farra con ella. De ser jóvenes de nuevo. De devolverle lo que le quité.

Hay vicios que nunca he probado. Hay locuras que nunca he festejado. Pero el vicio de cerrar tu mente a lo que sea por el vicio, incluyendo el vicio de la música, es para solitarios. Para los que quieren estar solos, para ellos son los vicios.

Quiero que la música vuelva a ser un sueño que me libere de mis preocupaciones. No que me dé más. Voy a volver a tocar, pero no será por el dinero. Voy a hacer lo que me gusta, pero será cuando yo quiera, no cuando me paguen.

Ahora soy lo que quise ser. Un profesionista, y seré más. Pero en lo que le haga falta a mi familia. NO A MÍ. Porque hagan lo que ellos hagan, deben ser mi PRIORIDAD. Si amas algo dejas todo por ello. Incluso otros amores. Yo deje a mi amada música por ellos, por mí, y por ella (aunque NUNCA lo pidió). Hoy puedo tocar y cantar, porque sé que lo haré por gusto, no por necesidad.

He visto a muchos músicos SOLOS, con varios divorcios y sumidos en depresiones. He visto otros que cambian sus prioridades y logran a sus familias y a sí mismos.

No es cierto que sea divertido trabajar en lo que te gusta hacer, no en este caso. Es más divertido y funcional hacer lo que te gusta por diversión.

Si solo lo haces por diversión, siempre vas a amar lo que te gusta hacer.

Yo amo hacer feliz a mi familia…… ¿tú que amas hacer?

El Omnipotente

miércoles, 13 de junio de 2007

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“Si existiera algún dios, éste sería humanista, y lo más probable, laico” CSR

En un momento dado, después de mucho, mucho tiempo de saberme vivo, de estar sin hacer un solo movimiento, no sé ni cómo, pero me decidí a hacer algunas cosas diferentes. Pero antes de contarles esas cosas que hice, déjenme detallar que sucedió antes…… bueno, es que… antes no pasó nada. Es decir, yo existía pero no había nada más. Y si solo había oscuridad, no me explico si soy un ser de luz o de sombra.

El caso es que aburrido (no se porqué, puesto que, insisto, no había nada y nunca había habido nada. Debería estar muy acostumbrado), se me ocurrió un experimento: crear cosas, de la nada. Vaya forma de despertar de mi letargo. Comencé por prender una luz para poder ver lo que hacía, porque según dicen, tenía que ver lo que hacía para ver si era bueno. ¡Como si yo, con mi infinito poder no pudiera hacer algo bueno sin tener que confirmarlo viéndolo!

Luego, decidí entretenerme dando vida a diestra y siniestra para divertirme un rato. Incluso creé al hombre y a su mujer. Pero, como soy omnipotente, yo lo sabía todo, así que era como ver una película que ya había visto mil veces y que yo mismo había escrito y dirigido (aunque hay quienes dicen que a pesar de mi enorme poder, la humanidad puede cambiar el curso de la historia ¿?).

Me he divertido mucho aunque son como mis hijos, pues para eso los hice, para que sufrieran y me demostraran su amor, aunque los castigue cada vez que no sigan mis órdenes. No me gusta que sean libres, me gusta que me teman y que crean en mí a pesar de que les permita matarse unos a otros. En realidad no pueden ser libres, ya que yo mismo escribí el guión.

Un día, les mandé a mi hijo como ejemplo (¿de dónde salió? De la misma nada que todo lo demás, de mi mismo. Ya ni sé). Le otorgué poderes para que los usara en mi nombre, pero pereció en las manos de los hombres. Bueno, claro que para eso lo envié, porque así lo resucité para que creyeran en él y en mí. Solo que no sirvió de nada.

Ellos han escrito mucho sobre mí. Y dicen que yo los inspiré. Creo que creen más en sus propias escrituras que en mi existencia.

Un día me aburrí y me alejé. He sabido que algunos han negado mi existencia solo porque no han podido demostrar que estoy vivo. Esos son demasiado libres para mi gusto. No me he deshecho de ellos porque a pesar de no temerme se comportan más civilizadamente que los que dicen que me aman.

Si ese es el camino para que sean mejores todos allá abajo, pues, que mejor.

A veces no entiendo para que hice todo esto. De hecho en ocasiones no sé de dónde vine ni cómo llegué aquí. Yo no soy mi propia creación, pero parece que nadie me trajo a la vida. No entiendo o no quiero entender. De tanto darle vueltas al asunto ya dudo de mi propia existencia.

Tal vez baje y me quede por ahí entre los que se llaman humanistas, para olvidarme de mi vanidosa creación y del fracaso de su humanidad. Creo que si nunca vuelvo y se olvidan de mí, pensarán más en ellos mismos y en cómo solucionar humanamente sus problemas.

Tal vez solo lo soñé en este mismo sueño que yo mismo he sido.

¡Hasta nunca!